jueves, 14 de marzo de 2013

El fin de una era

Después de años dando servicio a Panamá, mañana día 15 de marzo, dejarán de dar servicio "los Diablos Rojos", aunque bueno, teniendo en cuenta como funcionan las cosas por aquí, quien dice mañana dice el año que viene.

¿Que son los Diablos Rojos? Pues son ya  una institución que será difícil de olvidar, autobuses con un origen difuso, que pese a ser ruidosos, contaminantes y bastante peligrosos, pues es una pena que desaparezcan.

Os pongo alguna foto que he hecho aunque no son muy buenas, por que lentos lo que se dice lentos, no van.
La verdad es que son unos trastos, pero no puedes evitar quedarte mirando cada vez que pasa uno, y más cuando llevan la "feria" encendida . La mayoría va con millones de luces repartidas de todos los colores, así que cuando se acerca uno no sabes muy bien si viene la policía, los bomberos o un ovni, aunque de día las apagan y puedes ver los dibujos de la carrocería.


Aún no se muy bien por qué, pero a parte del conductor siempre va un personaje enganchado a la puerta, más fuera que dentro, avisando del recorrido que hace el bus.

Luego hay una variante sin asientos que va con la música a tope y habitualmente con una excursioncilla de guiris dentro dándolo todo

 Así que mira, después de todo hasta he tenido suerte de conocerlos, y lo de montar en uno...creo que me quedaré con la intriga, bastante aventura son los taxis.


Pues una pena que los quiten, pero parece que está dentro del plan del ayuntamiento de "apañar" un poco la ciudad, quitando estos buses, la obra del metro, la canalización de los millones de cables que van por el aire..


Pues nada, a los que los conocíais despediros y a los que no, pues aquí los tenéis, una curiosidad más de Panamá.





miércoles, 13 de marzo de 2013

El panameño y otras curiosidades

Algo tan curioso como Panamá es sin duda el propio panameño, que aunque te puedes encontrar de todo, en general son gente maja, tranquila, muy tranquila (salvo que esté conduciendo), pero maja.

Aunque aún no llevo demasiado por aquí y casi todo lo que se de los lugareños es lo que te cuentan los que llevan más tiempo en la ciudad,  y poco a poco voy confirmando que lo que dicen se cumple a rajatabla.

Una de las primeras cosas que te dicen al llegar es que la forma de hablar de los Españoles les suele parecer brusca o incluso que estás enfadado con ellos, así que tratas de ser lo más amable que puedes, lo cual te ayuda para desarrollar la paciencia infinita necesaria para hacer cualquier cosa por sencilla que sea, lo que te ayuda a su vez a desarrollar el autocontrol para no perder los buenos modales y el tono suave que te han recomendado,  lo que lleva a entrar el un estado de trance en el por fuera sonríes mientras que el psicópata que llevas dentro y que desconocías te sugiere cosas que jamas confesarías. Todo esto te prepara para no poner demasiada cara de idiota cuando por tu pinta de extranjero y novato te tongan en un taxi o por hacer una fotocopia. Pero bueno, pese a todo al final te ríes.

Como deporte de riesgo puedes hacer dos cosas. La primera es cruzar la calle, que básicamente se basa en descubrir si el destino ha decidido que debes morir ese día o no. Parece que es imposible cruzar, de echo un compañero nos contaba que al principio de venir se había quedado algún día sin comer por no atreverse a cruzar al restaurante de enfrente, pero oye, te lanzas y alguno frena, es probar. La segunda cosa es coger un taxi, lo que tiene un doble peligro, que te desplumen y un esguince cervical, pero aún así hay que probarlo.

Hacer cualquier trámite es terrible y por supuesto una oportunidad de negocio para una gran cadena de gente que, sin entender aún por qué, interviene , pero sobre todo si lo haces tu solo. En mi caso he tenido suerte, por que la empresa nos echa una mano y reduce esa cadena de gente a unos pocos eslabones. En la mayoría de los casos cualquier problema se suele resolver con dos sencillas preguntas, ¿a quién? y ¿Cuánto?, así que cuanto antes seas capaz de responderlas, antes terminas.
Como ejemplo, el otro día tuvimos que ir al ministerio de migración para conseguir el visado para trabajar.
Por suerte, la empresa cuenta con un despacho de abogados que te facilita los trámites, vamos, que responde a esas preguntas por tí. Al llegar nos esperaba una chica que por lo visto su función era coger número por ti, lo que es de agradecer por que hay una cantidad ingente de personas, y negociar con otros que  al parecer se dedican a lo mismo o a la reventa de número, no se, el caso es que nos dijo que nos sentáramos y al rato apareció con un número unas 100 posiciones antes que el que teníamos de partida. curioso.
Algo que por lo visto es tan típico como el sombrero panameño, es evitar las multas de tráfico "adjuntando" un billete de 20 a tu carnet cuando te lo pide el agente.
Y como esto pues casi todo, pero lo que al principio te sorprende o te hace gracia, al final lo ves tan normal, como si fueran sobres de un tesorero, vamos.
Por cierto, el sombrero panameño no es de Panamá, aún no he conseguido saber de donde, pero todos los panameños a los que he preguntado me lo han dicho, y que el bueno es el que se hace, casualmente, en Penonomé, que es donde voy a ir a trabajar, así que ya subiré alguna fotico.

Aunque cuente estas cosas o lo dejado del estado de la ciudad, no es tan malo como pueda parecer, de hecho mola bastante y tiene un encanto único. Una experiencia, desde luego.

martes, 12 de marzo de 2013

Descubriendo Panamá City

De Panamá City se dice que hay dos formas de verlo. Una de ellas es hacia arriba, donde puedes ver el glamour de Manhattan...







(Este es el que llaman el "tornillo", no se, una explosión de originalidad)






(El SkyLine)






(La bahía, muy bonita pero donde se vierten todas las aguas fecales de la ciudad. Digamos que no tienen una playa de arena "blanca" precisamente)




....y la otra es hacia abajo, donde te topas con la realidad





Pero lo curioso de todo, es que para ver las dos caras de la ciudad no te tienes que desplazar, basta con subir y bajar la cabeza. Mientras admiras y haces fotos a un rascacielos puedes estar a punto de caerte en un agujero de fondo indefinido en la "acera". Siento poner tantas comillas, pero es que llamar a ciertas cosas por su nombre es casi hacerles un favor. 
Las aceras por ejemplo, son una...cosa estrecha de hormigón destrozado encajada entre lo que un día parece que fue un jardíncillo de césped, las conducciones eléctricas van todas por aire, lo que genera un tranquilizador techo de cables sobre tu cabeza....y así, pero los rascacielos son muy bonitos, eso sí.

Por otro lado, como en todas las ciudades, hay zonas y zonas. Las avenidas donde se han establecido los bancos, empresas y hoteles son normales, incluso lujosas, hasta tienen aceras como las de España y todo, pero en cuanto te sales de estas calles....vuelve esa sensación de que la muerte te acecha, aunque luego compruebas que increíblemente son totalmente seguras, lo que te lleva a pensar que cuando entres de verdad en una zona de las que llaman no recomendables, te vas a dar cuenta enseguida.

La verdad es que no es una ciudad muy pensada. Salvo por cuatro avenidas principales, el resto de las calles son eso que queda entre edificios, igual te metes por una que parece que une dos calles y...¡Ah! ¡Sorpresa! un bonito muro, y encima a esto se le suma que toda la ciudad está de obras, el metro, soterramiento de servicios...

Tampoco quiero poner tan mal la ciudad, a pesar de todo tiene su encanto, lo que pasa es que el cambio de España a Panamá requiere un tiempo y una adaptación. Hace falta andar bastante para darte cuenta de que bueno, es un poco desastre, pero oye, si los panameños pueden vivir...y que como todo, es aprender.







lunes, 11 de marzo de 2013

Camino a Panamá

Destino: República de Panamá. Salida 6:00 am del aeropuerto de Barajas, con sus dos horas de antelación para la facturación de un ligero equipaje para 6 meses y las correspondientes oraciones delante del mostrador para no excederse en el peso, y aunque milagrosamente yo tuve suerte, a mis compañeros les tocó hacer "un par de ajustes" en sus maletas.







Vuelo directo: Pues no, siempre es mejor pasar por otros países  para conocer sus aeropuertos, dónde va a parar, y en este caso por qué no visitar el de Amsterdam, que aunque no pille de camino, seguro que se coge más carrerilla para cruzar el Atlántico y además se pueden comprar tulipanes o desayunar un café con un muffin de chocolate con almendras que hace que se te olvide la espera de dos horas hasta el siguiente embarque. Si el que no se consuela es por que no quiere.


 Viaje: Laaaaaaaaarrrrgoooooo, pero mucho, muchísimo, 11 horas interminables en las que te hinchas a comer, ver películas, leer, ver el mapita con el recorrido que va haciendo el avión, andar, ver las caras de la gente, comer más, dormir, mirar el reloj pensando en el cambio horario, volver a comer...bien.



Y por fin la llegada, con la espalda destrozada y buscando Wifi desesperadamente para avisar de que has llegado bien, aunque no tardó demasiado en colapsarse la red, así que...

Control de pasaporte, visados, búsqueda de maletas, enésimo control de equipaje y ... la luz del sol panameño detrás de las cristaleras del aeropuerto.
Nada más salir conocemos al compañero que nos viene a recoger, aunque con él venía el "calorcito" panameño, y de aquí al hotel, al que para llegar descubrimos cómo es eso de "conducir" aquí, que básicamente consiste en llevar tu coche de un punto A a un punto B sin tener demasiado en cuenta lo que ocurra por medio. Entretenido cuanto menos.
Después de unos cuantos kilómetros y avenidas atestadas de coches, giramos en una callejuela oscura de esas en las que jamás te meterías por voluntad propia, y tras reducir la velocidad delante del único edificio iluminado mientras pides al universo que por favor eso no sea el hotel, una voz te dice: "Bueno, pues esto es". La primera impresión fue terrible, para que nos vamos a engañar, pero luego descubres que no está tan mal, las habitaciones son grandes, más o menos modernas (no hay muebles de abuela), tele con unos 100 canales, baño limpio, wifi gratis...así que bueno, salvo por lo de que la pinta exterior es de casa de narcotraficantes de algún suburbio de peli americana, está bastante bien.